Es más difícil encontrar un político inteligente que un premio Nobel que no juege al ajedrez. Por cierto, es rarísimo ver en la élite de los jugadores de ajedrez, personas obesas. De hecho, la buena práctica del ajedrez necesita de buena forma física para resistir 4 ó 6 horas sentado usando lo que el señor de abajo no encuentra: el cerebro.
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