En la lucha entre Parménides y Heráclito, le di inicialmente la victoria al ser relativo de Heráclito. Luego, comprendí que el ser sustantivo de Parménides era otra cosa y lo adopté. Desde ese día vivo con dos seres que soy yo mismo, uno relativo y otro sustancial: el uno vive en los otros, mientras el segundo sólo puede pararse bajo el marco de la puerta.