La sexta partida del Campeonato de Ajedrez (masculino) sobresaltó al equipo de Carlsen sin duda. En una posición de estructura simétrica de peones e igualdad de piezas y simplificada —lo habrá adivinado usted, querido lector— las negras de Caruana superaron a las blancas de Carlsen en el juego de maniobras. Al final, el resultado fue tablas, no sin grandes sudores y dolores de cabeza para el actual campeón.
Aparentemente, en un momento dado —no he podido confirmarlo—, las máquinas de ajedrez anunciaban mate al blanco, pero ni Caruana ni Carlsen estaban para predecirlo. Sí parece haber un cambio psicológico en el lado deportivo. Caruana se está mostrando vivo e ingenioso, mientras Carlsen parece a la defensiva. Como ya hemos repetido, esta situación no le desfavorece, si tiene fuerzas mentales suficientes para verse humillado, sin que le importe mucho, y mantenga el equilibrio. Si no ocurre así, si el campeón se levanta a la ofensiva, correrá el riesgo de verse superado y perder su primera partida.
La primera posición demuestra la fuerza de las negras de Caruana que, dentro del equilibrio, están cómodas y armónicamente dispuestas.
Las negras no podrán sentirse más contentas con la posición. Sus alfiles son dagas hacia el terreno contrario, su caballo, un puesto avanzado y el peón libre en d5 podría llegar hasta d2 protegido. Aún así, las blancas no están mal y se bastan con sus piezas para detener el avance de ese peón y defender sus peones en el ala de dama.
Luego, Carlsen toma una compleja y crítica decisión.
En esta posición, en vez de 44.Cf1 que sostiene la asimetría material, Carlsen decide romperla con 44.Axd5!?, para ganarse los peones del ala de dama negro a cambio de su caballo. La decisión no pierde, pero nos recuerda a aquella primera partida del clásico match Spassky-Fischer (reykjavik, 1972), con el inesperado 29…Axh2 del estadounidense, cediendo su alfil por peones. Las decisiones de este tipo no son ingenuas ni mucho menos. Ceder una pieza menor por mayorías de peones o peones pasados parte de la pertinente evaluación de que no se perderá el equilibrio y en cambio hay posibilidades críticas nuevas —una o varias amenazas de promoción de peones— que el contrario tendrá que atender. En estas posiciones un error de cualquiera de los dos lados basta para la derrota, mientras en posiciones más simétricas podemos permitirnos esperar sin causar mella en el equilibrio.
La posición resultante es:
El caballo negro es actualmente superior a los peones blancos. Y será posible que alguno de ellos se pierda con el juego coordinado de las piezas menores negras. Aunque el blanco tiene una pareja de peones en el ala de dama, difícilmente podrán avanzarlos en conjunto sin apoyo de su rey. Visto así, esta pareja pierde mucha de su fuerza. Pero por otro lado el negro sólo cuenta con dos peones en el ala de rey, de los que seguramente uno de ellos se intercambiará. Necesitará ese peón sobrante para ganar. El blanco, con su rey en esa ala del tablero y un peón libre en el ala de dama, apunta a que podrá, sostenerse.
Varios movimientos después se llegó a esta posición:
El plan ganador para el negro parece consistir en ganar el peón f5 mientras se detiene el peón h4. Con Re5-Ch4 y su alfil en la diagonal c1-h6, ganan el peón, pero esto no basta. El blanco avanzará su peón en -h obligando el sacrificio del alfil negro. En cuyo caso, el final de caballo y peón contra alfil es tablas, gracias a la buena disposición de su rey y la gran cantidad de casillas que tiene el alfil para detener los avances. Simple teoría de finales.
Pero he aquí que Caruana siguió otra línea. Con tal disposición de piezas buscaba ganar el peón f5 sin tener que ceder su alfil por el peón h5. Pero, como lo demostró la partida, esto no era posible.
¿Riesgo innecesario para Carlsen? Posiblemente sí. Y todo apunta a que el campeón no va a quedarse sentado aguantando golpes pasivamente, sino que aprovechará cualquier momento para provocar un caos que obligue a Caruana a trabajar la posición. En la partida, el riesgo de perder estuvo en todo momento. Esta vez Carlsen tuvo suerte. En la siguiente partida, ya veremos.