El error crítico, la crisis y la invasión posicional

¿Cómo se gana una partida de ajedrez? Una respuesta a esta pregunta parece imposible. No es viable una expresión simple del tipo: «se gana una partida haciendo tal y tal…». Por esto, miles de líneas se han escrito para responder a esa pregunta. Y todos los intentos por responderla se apoyan en criterios un tanto distintos.

No fue hasta Wilhelm Steinitz (1836-1899) que se entendió el concepto del equilibrio en la posición inicial. Se creía en la ventaja del blanco al tener el privilegio del primer movimiento y se pensaba que la astucia del jugador era el factor principal hacia la victoria: se gana porque se saben todos los trucos o secretos del juego. Otras explicaciones apuntaban al lado exclusivamente deportivo. Ese era el caso de la recomendación pícara de Ruy López de Segura (1540-1580) al sugerir que se colocase el tablero en posición donde el sol deslumbre al adversario.

Pero, la gran pregunta tiene una respuesta cierta. Y es una respuesta que han dado —y lo siguen haciendo— los grandes jugadores en distintos momentos y cuyas bases hoy día —con rapidísimas y exactas máquinas de ajedrez— son más claras que antes. Más aún, ese conocimiento, o mejor, gran parte de ese conocimiento está al alcance del simple aficionado.

Esto no significa que todo lo pertinente a la estrategia y táctica ajedrecística esté resuelto. Si así fuese, podríamos dejar de escribir y publicar libros cada año y conformarnos con compilar todo el material necesario para reconocer la «verdad» en el tablero. Ciertamente para algunos casos, como es el final de partida, hemos avanzado mucho. Pero, una fase como la apertura es evasiva y vemos cada año, cada lustro, cada década, que variantes, sistemas o aperturas completas se revalorizan ante nuevos hallazgos. Sin ir muy lejos, aún podemos recordar la muy pobre consideración de la Defensa Petrov (o Rusa) hace unas décadas, o la Berlinesa en la Apertura Española, hoy muy populares dentro de la élite del ajedrez. Y, muy recientemente, se está revalorizando la Defensa India de Dama tras el encuentro de AlphaZero con Stockfish.

Aunque existe una teoría y unos conceptos estratégicos firmes en el ajedrez, mucho de ese material está disperso y desigualmente tratado. En algunos casos, su expresión no parece adecuada y resulta un tanto incoherente. En otros, identificamos el proceder más correcto a puro cálculo, sin una explicación de principio que aglutine las razones de un proceder u otro.

El mismo fenómeno de AlphaZero y su juego —algo paradójico, pero fortísimo— denota que hay otros criterios que se subestimaron (o sobrestimaron) antes o, peor, que no se tomaron nunca en cuenta al evaluar una posición. En parte, esta superación del principio estratégico por la táctica concreta y el acopio de variantes es producto de la informatización del juego. Poco importa ya, durante el análisis, reconocer un oscurísimo principio, cuando tenemos ante nuestros ojos el árbol de variantes que produce una máquina de ajedrez capaz de ganarle al campeón mundial de los humanos.

Pero volvamos a nuestra pregunta. Si partimos del equilibrio inicial, ¿cómo se gana una partida?

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Karjakin-Morozevich (Tashkent, 2012)

Esta es una partida del más alto nivel. Materialmente ambos bandos están equilibrados. Las blancas amenazan con capturar en b7 o adelantar un peón a a7, ganando la partida. La mejor opción negra era capturar en a6, manteniendo el equilibrio:  1…bxa6 2.bxa6 Ta7 3.Rb5 h4 4.bxh4+ Rxh4. Pero el negro decide hacer un jaque antes creyendo que, tras el movimiento del rey blanco, podría capturar y volver a la variante anterior sin problemas. Esta decisión resultó fatal, pues la debilidad de la torre en c7 permite al blanco una opción insospechada: 1…Tc7+?? 2.Tc6!!

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Ahora se gana un tiempo atacando la torre y se hace imposible detener el adelanto de los peones blancos. 2…bxc6. No salva tampoco 2…Te7 3.Tc5+ Rg6 4.a7 Te8 5.b6, seguido de 6.Tc7 ganando fácilmente. El desvío del peón permite ahora 3.b6! Y la pareja de peones ya vale más que la torre negra. 3…Tc8 4.b7 Tb8 5.Rc5 h4 6.a7, ganando en unos cuantos movimientos más.

¿Por qué pierden las negras? Evidentemente por un error y no cualquier error, sino uno crítico, que perturbó totalmente el equilibrio tras el movimiento blanco y llevó a las negras a la derrota. Pero, ¿rompió el error 1…Tc7?? el equilibrio? En realidad, no. Tras ese error, que dejó expuesta a la torre negra, las blancas tuvieron la opción de 2.Tc6!!, pero bien pudieron haber efectuado otro movimiento como 2.Rb4 y tras 2…bxa6, es tablas. Es decir, la posición entró en un estado distinto que pudo alterar el equilibrio, sin necesariamente hacerlo. Tras el error crítico del negro, la posición cayó en crisis, que el blanco explotó convenientemente con el ataque intermedio de su torre y el avance irrechazable de sus peones a la victoria.

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Anand-Adams (Londres, 2012)

En esta otra posición, si pasáramos el turno a las negras, podrían jugar 1…Dd4 o 1…Axb3, explotando el hecho de que la dama blanca está sobrecargada en la defensa. Por eso, el blanco debe aprovechar su iniciativa y capturar con 1.Txe5. Tras 1…. Df6 2.Tb5 Da1+ 3.Rh2 Dc3 4.Tb8+ Rh7 5.Ad3 Axb3 se mantiene el equilibrio. En la partida jugaron la aparentemente activa 1.Ac4?? que desprotege la casilla d1. Y se tuvieron que rendir tras 1…Dd1! 2.Dh6 Ah3+. Nuevamente, el bando perdedor cometió un error que costó el empate cuando su oponente explotó el descuido en la defensa de d1.

El error crítico no siempre es tan evidente como en los ejemplos anteriores. Un error crítico puede pasar por desapercibido, cuando su explotación ocurre al final de una larga secuencia de movimientos. Los errores que se explotan con avances de peones libres —por ejemplo— no son siempre claramente visibles, cuando la distancia de los peones a la casilla de coronación es amplia. El jugador que comete el error no se protege del avance y deja el camino libre a los peones que, una vez han llegado a la 6.a o 7.a fila se hacen imparables.

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Olafsson-Fischer (Portoroz, 1958)

En esta posición, aunque las blancas tienen 3 peones libres, las negras pudieron resistir un tiempo más deteniendo su avance con 1…Tf4. Pero yerran jugando 1…Tg3? que es una falsa amenaza, pues el peón avanza tras 2.Tg8+ Re7 3.g5, y no habrá nada que puedan hacer las negras para impedir que los peones alcancen la 6.a fila.

En otros momentos, el error crítico puede virar totalmente el resultado de una partida ganada:

García-Ivkov (La Habana, 1965)
García-Ivkov (La Habana, 1965)

En esta posición, totalmente ganada para las negras, cometen un dramático error 1…d3??, que desprotege la casilla c3 y tras 2.Ac3 pierde, pues no se puede evitar el mate en h8.

Si nuevamente preguntáramos ¿cómo se gana la partida?, podríamos ya responder de modo más exacto: se gana gracias al error crítico del bando perdedor que dejó la posición en crisis, permitiendo a su oponente el desbalance de la correlación —inicialmente equilibrada— de las fuerzas de ambos bandos. El error crítico está intrínsecamente asociado a una debilidad; esto es, una casilla, o conjunto de ellas, que estando ocupada o no, permite al bando favorecido una invasión u ocupación ganadora. Con su error, el bando que pierde deja al descuido una casilla, u ocupa una casilla ya débil, que posibilita al enemigo su dominio y ocupación con ganancia (por mate, por superioridad material o de posición).

Pero no siempre la victoria ocurre de este modo precipitado, como en los anteriores ejemplos. En la mayoría de los casos, los errores cuestan algún material o dejan la posición con opciones limitadas para sostener el equilibrio, sin que la derrota sea inminente. Solo cuando se cometen otros errores de gravedad, se pierde para siempre la posibilidad de tablas y la crisis es total.

Ahora bien, la obtención de una ventaja no significa que tengamos todo el camino allanado, con múltiples opciones de victoria. En ocasiones, cuando el bando débil tiene algún contrajuego, un único movimiento gana mientras el resto es un error crítico que pierde la ventaja.

Navara-Carlsen (Shamkir, 2019)
Navara-Carlsen (Shamkir, 2019)

¿Cómo se gana esta posición? Al intento negro de promover el peón en la columna-h, las blancas oponen el avance del suyo en la columna-c. Así las cosas, el adelanto del peón a 1…h2 sólo iguala. Por ejemplo: 1…h2? (error crítico) 2.Ae4+ Rf7 3.Rd6 Td3+ 4.Axd3 h1D 5.c7 Dh3 6.Ac4+ y 7.Ae6. La única opción hacia la victoria se basa en destruir las posiciones blancas para asegurarse la casilla de coronación h1 y, gracias a la nueva dama, recuperar el control de la casilla de coronación del peón blanco en c8: 1…Tc5! 2.Rd6 Txd5+! 3.Rxd5 h2 y las blancas se rindieron a un tiempo, pues sigue 4.c7 h1D+ 5.Rd6 y Db7 controlando c8. Nuevamente aquí el camino es el mismo: ganar el terreno enemigo dominando y ocupando sus debilidades (h1), mientras se sostiene el terreno propio (c8).

Lolli, 1763
Lolli, 1763 (juegan blancas)

Esta posición muestra igualmente, el juego de contrapesos por el dominio y la ocupación. Las negras están a un paso de coronar su peón en b2, pues el blanco ha perdido el control de la casilla b1. En cambio, no puede responder igualmente, pues su peón está más atrasado. Sólo queda una opción con 1.Tb5! El blanco retoma el control de b1 a costa de su torre.  Tras 1…Rxb5, el negro se desvía forzosamente de b7 —ganando el blanco el terreno enemigo para su coronación— y se expone al rey negro mismo a un jaque ganador, que permitirá recuperar la casilla b1 al blanco. Las blancas siguen 2.b7 b1D 3.b8+ (retomando el control de la columna-b) y 4.Dxb1.

Si trasladásemos la pregunta inicial a la posición más básica que pudiésemos encontrar, nos daríamos cuenta de que el problema tiene una respuesta muy concreta y directa entre dominio y ocupación.

Veamos dos casos:

Blancas ganan
Blancas ganan

Esta es una posición que todo principiante conoce. Independientemente del turno, las blancas ganan. La teoría de los finales de partida ha resuelto y explicado hace mucho tiempo tales posiciones de finales básicos. Las blancas deben dominar e invadir unas casillas específicas, críticas, para garantizar la coronación de su peón y el mate:

  • 1.Re6 Re8 2.d6 Rd8 3.d7 Rc7 4.Re7 y coronan.
  • O 1…Re8 (Rc8) 2.Rc7 (Rd7) y coronan.

En esta posición, la conquista de d8, mediante la ocupación del rey de una casilla en la séptima fila, garantizan la victoria. A estas casillas se les llama en la teoría de finales casillas críticas. El objetivo final destaca la necesidad de dominar estas casillas del enemigo, para luego ocuparlas con ganancia material.

Cambiemos un poco la posición:

Tablas
Tablas

Esta posición sólo cambió el lugar del rey blanco y su peón; pero, ese simple cambio, altera totalmente la evaluación. El rey ya no podrá dominar ni ocupar las casillas críticas de la séptima fila. Nuevamente, la tenencia del turno no afecta el resultado:

  • 1.Re6 Re8 2.d7+ Rd8 y las blancas tienen que ahogar al rey negro.
  • 1…Rd7! 2.Re5 Rd8! 3.Re6 Re8 como la variante anterior.

Ambos casos reflejan de la forma más simple posible el juego de contrapesos que implica la invasión posicional (control y ocupación). Imaginemos ahora: ¿y si trasladásemos este concepto a toda la partida? Esto significará para nosotros que los objetivos de la partida pueden reducirse de algún modo a dominar ciertas casillas, para luego ocuparlas obteniendo algún tipo de beneficio.

Comencemos esta historia.

[Extracto de La invasión posicional en ajedrez (tapa blanda y versión digital)]

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