La brisa caribeña le secó los ojos. Se acercó el café amargo y sin azúcar. Tomó un bocado de la tostada ya fría. Casi indiferente, se volvió hacia ella y le dijo: «Este verano iremos a Moscú».
La brisa caribeña le secó los ojos. Se acercó el café amargo y sin azúcar. Tomó un bocado de la tostada ya fría. Casi indiferente, se volvió hacia ella y le dijo: «Este verano iremos a Moscú».